Una de las pruebas más comunes en las consultas de otorrinolaringología es la audiometría. Es
sencilla, indolora y nos permite saber si oyes bien… o si necesitas una ayuda extra.
¿Para qué sirve una audiometría?
Nos permite detectar pérdidas auditivas, tanto en adultos como en niños, y conocer si afectan a
frecuencias agudas o graves.
¿En qué consiste la prueba?
Te colocas unos auriculares en una cabina insonorizada o espacio silencioso.
Escucharás sonidos de diferentes tonos y volúmenes.
Debes indicar cada vez que los oyes.
También puede hacerse con vibradores óseos (audiometría ósea) o palabras (logoaudiometría).
¿Qué detectamos con ella?
Hipoacusia conductiva (problemas en oído externo o medio, como tapones u otitis).
Hipoacusia neurosensorial (problemas del oído interno o nervio auditivo).
Hipoacusia mixta.
También permite detectar sordera oculta o pérdida relacionada con la edad.
¿Y qué pasa después?
Según el resultado, se decidirá si necesitas más pruebas, un tratamiento, un audífono… o
simplemente tranquilidad
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